Nunca podremos medir cuánto daño han hecho las hipotecas (o la manera de venderlas de los bancos) a la prosperidad de nuestro país y a la libertad económica de los ciudadanos. Con la connivencia de la política, se ha permitido que los ciudadanos acaben fijados al territorio como los antiguos siervos de la gleba, y secuestrados financieramente por sus bancos a traves de sus hipotecas. Obligados a tener el seguro de hogar, el de vida, los planes de pensiones, las tarjetas de crédito, las cuentas de su empresa o negocio…. todo con el mismo banco sin poder comparar ni tomar mejores alternativas. Abocados a depender de las paupérrimas prestaciones del estado de bienestar. Sometidos como súbditos de un capitalismo de amiguetes, en vez de propietarios de un capitalismo popular.
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